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martes, 11 de septiembre de 2012

JAVIER PARRA - Desmontando a César Molinas y su “teoría de la clase política española”

El domingo 9 de septiembre de 2012 el ex-directivo de Merrill Lynch César Molinas publicó en las páginas envenenadas de EL PAÍS un artículo bajo el título “Una teoría de la clase política española” que fue aplaudido por un número importante de lectores entre los que “sorprenden” algunos que hacen gala de su progresía en medios tan “fiables” (nótense las comillas) como La Sexta. Con este artículo me propongo analizar, paso a paso el citado artículo del señor Molinas.

Empecemos por el título: “Una teoría de la clase política española”.  Muy ignorante o muy malintencionado debe ser el autor considerando a los políticos como una “clase”.  Debería saber el señor Molinas que la adscripción de alguien a determinada clase viene dada únicamente por criterios económicos, por lo que considerar de la misma clase al Presidente del Gobierno – con sus posibilidades económicas derivadas del cargo sumadas a las de su actividad privada – y al concejal del pueblo más pequeño de España, que quizá esté en paro y sin sueldo, es cuanto menos un despropósito si es un despiste, o un insulto a la inteligencia si es deliberado.

Pero entremos en materia. Comienza el artículo advirtiendo que la teoría que propone “se refiere al comportamiento de un colectivo y, por tanto, no admite interpretaciones en términos de comportamientos individuales”. Vuelve a errar el señor Molinas haciendo formar parte de un colectivo a todos los políticos sin exclusión, teorizando sobre él para posteriormente cargar hombros inocentes las culpas del naufragio político y económico de España. Y vuelvo al caso anterior,  cargar la misma culpa sobre los hombros del concejal del pueblo más pequeño de España que sobre los presidentes  y ministros que ha tenido este país, es nuevamente un despropósito y además malintencionado.

Pero continuemos. Señala que una buena teoría sobre la “clase política española” debería explicar una serie de puntos. Pregunta el señor Molinas:
¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a España?
Cuando habla de “ningún partido” incluye nuevamente a todos los partidos en un colectivo, como si todos estuvieran formados por las mismas personas, los mismos intereses, y además como si todos hubiesen tenido la posibilidad de gobernar las instancias decisivas en este país. Por tanto, la pregunta debería haberla formulado de otra manera: ¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ni PP ni PSOE  tengan un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a España?. Porque desde luego que si existe una organización que hizo un diagnóstico prematuro de la crisis que hoy nos asola, e incluso alertó de sus causas y sus consecuencias. Y lo hizo hace más de 15 años. Recomiendo al autor y a los entusiasmados lectores de su artículo que revisen apenas unas líneas del discurso de Julio Anguita en 1996 durante la Fiesta del PCE:
“El mantenimiento en la posición de cumplir como sea y al precio social que sea los contenidos y plazos exigidos en la tercera fase de la moneda única previstos en el Tratado de la Unión Europea de Maastricht está en la raíz de una orientación totalmente contraria al Estado Social y Democrático de Derecho. Y ello plantea dos cuestiones sobre las que queremos pronunciarnos con toda claridad:
Las condiciones macroeconómicas y los plazos de las mismas necesarios para pasar a la tercera fase de la moneda única no son, en puridad, una construcción de Europa, sino un mercado único en el que tampoco se da la condición de una política fiscal común. Las políticas de empleo que deberían ser el elemento central de una construcción Europea junto con la unión política y una política de seguridad común estrictamente europeas no están ni en el proceso ni en las previsiones futuras de los que están construyendo la moneda única. Estamos ante un proceso dirigido a favorecer, exclusivamente los intereses del capital. A la imposición de un modelo económico de carácter regresivo: el neoliberalismo que intenta conseguir acabar con todas las conquistas sociales y volver a mediados del siglo XIX. Y esto es así de tal manera que si Maastricht no existiera lo habrían inventado.
Lanza una nueva pregunta el autor del artículo de EL PAIS:
¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar?
Vuelve a errar malintencionadamente el señor Molinas, aunque incluye en su pregunta un término importante: la planificación. Esa es la clave, pero quizá al autor no le guste el por qué de esa importancia. La planificación de la economía que proponen partidos y organizaciones que en estos 35 años no han tenido posibilidad de gobernar España choca contra al libre mercado que promulgan y al que han dado alas PP y PSOE (al igual que lo harían UPyD y los nuevos inventos “mariocondianos”), por lo que por supuesto que existe una estratégia creíble a largo plazo: planificación de la economía, banca pública, reindustrialización, etc. Otra cosa es que Molinas no quiera creerse ese plan puesto que le va el sueldo en ello. Por tanto, le propondría que formulase su pregunta de otra manera:  ”¿Cómo es posible que ningún partido político neoliberal tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible que la casta política representada por PP y PSOE  parezca genéticamente incapaz de planificar?”.  Y además le contesto: pues puesto que si planificasen dejarían de ser lo que son y mutarían en algo que va en contra de los intereses personales de las castas, que lo mismo promueven la privatización de una empresa que una vez dejado el cargo aceptan un puesto de consejero en ella. Y parecen incapaces de planificar, porque efectivamente lo son.
Pregunta de nuevo el autor:
¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie-salvo el Rey y por motivos propios- haya pedido disculpas?
Si las anteriores preguntas eran un despropósito esta parece más una tomadura de pelo, sobretodo situando la figura del rey como “ejemplar” y capaz de pedir perdón. Y esta es una cuestión en la que no voy a entrar porque considero que quien lea este artículo discernirá con buen criterio la supuesta “ejemplaridad” del Borbón en su actividad durante estas últimas décadas.  En cualquier caso entiendo que lance la pregunta, mucho más siendo el diario borbónico EL PAÍS quien publica su texto.
Y una última pregunta de Molinas:
¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?
Al menos aquí habla de “partidos políticos mayoritarios”, acusándoles acertadamente de los recortes en educación, innovación, investigación, etc, pero obviando su responsabilidad en el diseño económico actual.
Tras sus preguntas, el señor César Molinas se propone a describir su teoría sobre la que él llama “clase política” y que recuerdo que es un término erróneo y perverso. Acusa durante muchas líneas a “los políticos” de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las renovables, para a continuación proponer un sistema electoral “mayoritario”, una propuesta a la que posteriormente me referiré. Sin embargo me centraré brevemente en el análisis que hace de los políticos actuales, comparándolos con aquellos que hicieron la transición. Efectivamente hay diferencias, aquellos eran los llamados “hombres de Estado” y estos están desmontando el Estado y montándose sus parcelas de poder y sus chiringuitos personales. Sin embargo, obvia el autor la forma en la que se realizó aquella mal llamada “Transición”, ya que en esencia el poder no cambió de manos y además se efectuó con la tutela de EEUU y de su agencia de inteligencia para que lo que quienes más activamente habían luchado contra la dictadura durante 40 años, sindicalistas y militantes (comunistas principalmente) no tuviesen influencia importante en el nuevo régimen. La cuestión no es baladí, puesto que el peso político y el poder real que habían adquirido quienes lucharon contra el franquismo fue apartado de un plumazo por los políticos que comenzaron a constituirse como “casta”. La casta que hoy nos malgobierna, concretamente. Por tanto, si vamos al origen, vayamos también a la forma en la que se hizo una Transición y en la que se despreció algo que incluso está presente en la Constitución de 1978, la planificación de la economía. ¿Qué partido de los gobernantes lo ha hecho desde entonces?.
El autor artículo continúa su artículo enunciando su teoría:
La clase política española no sólo se ha constituido en un grupo de interés particular, como los controladores aéreos, por poner un ejemplo, sino que ha dado un paso más, consolidándose como una élite extractiva.
Como dije anteriormente, la clase política no existe, ni siquiera como cuestión etimológica. Y vuelvo a recordar el ejemplo del concejal en paro del pueblo más pequeño de España comparado con el presidente del Gobierno, que como tal cobra 78.185 euros a los que hay que sumar los beneficios y propiedades que de manera privada haya obtenido. ¿Son de la misma clase social? Quien diga que sí no puede tener buenas intenciones.
Molinas sigue su argumentario mencionando a Schumpeter, citando que “la destrucción creativa es la revolución incesante de la estructura económica desde dentro, continuamente destruyendo lo antiguo y creando lo nuevo. Este proceso de destrucción creativa es el rasgo esencial del capitalismo.Una élite extractiva abomina, además, cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos núcleos de poder económico, social o político”, y agrega que “con la navaja de Occam en la mano, si esta sencilla teoría tiene poder explicativo, será imbatible”. Pues bien, si la considera imbatible no debería obviar que en esa lógica Schumpeter (que aborrecía el socialismo) señalaba que el capitalismo está condenado a desaparecer algún día, aunque no lo hará por su ineficacia o por una quiebra del sistema; las razones que provocarán la sustitución del capitalismo por el socialismo estarían dentro de la propia genética del capitalismo.
La solución que propone César Molina es cambiar el sistema electoral y sustituir el sistema proporcional por uno mayoritario. ¿Qué sistema proporcional? En este país no existe ningún sistema proporcional, ni los diputados presentes en el Congreso de los Diputados corresponden a la proporción de votos que han obtenido. Para empezar, si lo hubiera, el PP no tendría mayoría absoluta y probablemente no estaría en el poder. ¿He de recordar que a PP, PSOE, así como a los partidos nacionalistas les cuesta hasta 10 veces menos obtener un diputado que a otras fuerzas políticas?. César Molinas lo sabe, sólo hace su trabajo, y por eso lo que propone es instaurar un sistema mayoritario. Es decir, acabar (aún más) con la pluralidad, e instaurar de una vez y para siempre, e incluso bendecir legalmente, el bipartidismo en España, por mucho poder que diga que le quitaría a los partidos.
Sin embargo, si eso sucede, la teoría de César Molinas pasará de ser una mera falacia a una posible verdad, porque la casta política del bipartidismo pasará a constituirse como clase, ya que efectivamente defenderán unos mismos intereses económicos y casi ideológicos, porque España se habrá librado definitivamente de los disidentes. De la gente como yo, por ejemplo.

Javier Parra
Concejal de IU y Secretario Político del PCE de Paterna

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