Carta al Decano del Comité Ejecutivo del FMI del economista del FMI, Peter Doyle
Doyle señala que el control político del Fondo por EE UU y la UE
contamina toda la labor profesional del mismo, hasta el punto de
bloquear el cumplimiento de sus objetivos básicos. Como ha señalado el
Premio Nobel de economía Stiglitz -que en su día dimitió de la
vicepresidencia del Banco Mundial por razones similares-, las
instituciones financieras internacionales, inicialmente creadas bajo un
esquema keynesiano de impulso de la economía mundial mediante
transferencias norte-sur, han sido secuestradas desde los años 80 por la
élite neoliberal como instrumento central de aplicación de unas
demenciales políticas de ajuste que priorizan el pago de la deuda
externa a los acredores del norte.
La carta de Doyle tiene el interés de ser un documento interno de
gran valor que pone una vez más de manifiesto todas estas
contradicciones de las instituciones internacionales del catastrófico
capitalismo contrarreformado de nuestro tiempo. Redacción de SinPermiso.
Departamento Europa
Washington DC
18 de junio 2012
Al Dr. Shaalan, Decano del Comité Ejecutivo del FMI,
Me dirijo hoy por última vez al Comité Ejecutivo porque abandono el FMI.
En primer lugar quiero expresar formalmente mi más profundo
agradecimiento a las autoridades de Suecia, Israel y Dinamarca, con las
que he trabajado en el último período, así como con todas con las que he
trabajado con anterioridad, por su extraordinaría generosidad conmigo.
Asimismo, quiero aprovechar esta oportunidad para explicar porque me voy.
Después de veinte años de servicio, me avergüenza toda relación con el FMI.
No solo por su incompetencia ante la crisis global, expuesta solo
parcialmente por el informe de la OIA, así como por el informe TSR en
relación con el seguimiento previo a la crisis de la zona euro. Sino
sobretodo porque los problemas sustanciales de estas crisis, como los de
otras, fueron identificados mucho antes de que se produjeran, pero
fueron negados en el FMI. Dados los largos períodos de gestación y la
lentitud en el proceso de toma de decisiones internacionales para hacer
frente a estos desafíos globales, era esencial advertir a tiempo y de
manera sistemática y continuada sobre estos peligros. En este sentido,
el fracaso del FMI a la hora de hacerlo supone un fracaso de primer
orden, incluso si esas advertencias no hubieran sido tenidas en cuenta.
Las consecuencias implícitas suponen sufrimientos para muchos (y lo peor
aún esta por venir) incluyendo Grecia, que la segunda divisa de reserva
global esté al borde del precipicio, y que durante los últimos dos años
el FMI haya fracasado a la hora de seguir y jugado un papel meramente
reactivo en los esfuerzos desesperados para salvar al euro en última
instancia.
Es más, los factores probables que han causado estos fallos en la
tarea de vigilancia del FMI (rechazo al riesgo analítico, prioridades
bilaterales y prejuicios europeos) se están reforzando a pesar de las
iniciativas para corregirlos. Ello es especialmente evidente por lo que
se refiere al nombramiento de los Directores Gerentes, que durante la
última década han sido todos desastrosos a todas luces. Ello afecta
incluso a la actual Directora Gerente, porque ni el hecho de ser mujer,
ni su integridad ni su impulso dirigente pueden compensar la
ilegitimidad esencial del proceso de selección. En una institución
jerárquica como esta, las consecuencias implícitas de estas
designaciones se transmiten en cadena a otros puestos administrativos
vía nombramientos, contratos por tiempo definido y planificación de la
renovación del personal de dirección, hasta contaminar a la organización
en su conjunto, a pesar de todos los esfuerzos para evitarlo. La opción
del Comité Ejecutivo es un FMI tullido, limitado en su capacidad de
acción por las mismas causas estructurales que han provocado los fallos
de vigilancia descritos. Ojala hubiera entendido hace veinte años que
así era.
Hay mucha gente buena y sabia en esta institución. Pero el abajo
firmante se marcha para siempre. Quizás no quieran perder al resto.
Sinceramente,
Peter Doyle
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