Estimad@s compañer@s
Queremos compartir con tod@s, el siguiente artículo. Nos ha parecido de suma importancia su difusión dado que Alemania se ha erigido como el espejo donde, supuestamente, tod@s nos debemos mirar.
Sacad vuestras propias conclusiones, comentadlas en la zona de comentarios.
Un saludo compañer@s
Alemania pagará a las familias
que cuiden a sus hijos en casa
La medida suscita fuertes críticas
porque desalienta el empleo femenino
Juan Gómez Berlín 9 JUN 2012
Las familias
alemanas que cuiden a sus hijos en casa sin recurrir a guarderías u otros
servicios públicos obtendrán un subsidio estatal a partir de 2013. El año que
viene será de 100 euros mensuales por cada hijo de entre 13 y 24 meses. A
partir de 2014, las familias que cuiden sus niños en el hogar percibirán 150
euros mensuales por cada hijo en su segundo o tercer año de vida. La medida es
polémica por dos aspectos: primero, porque supone un notable gasto público
decidido por un Gobierno que predica la austeridad entre sus socios. La
administración federal pagará 300 millones de euros en 2013 y de 1.100 millones
de euros en 2014. Pero la crítica más extendida es que este dinero incentivará
que las madres alemanas se queden en casa en lugar de ir a trabajar fuera.
El Consejo
de Ministros ha enviado el proyecto de ley al Parlamento, donde va a encontrar
la resistencia enconada de la oposición y, según se perfiló el jueves, también
de algunos diputados de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller
Angela Merkel. Su coalición de centro-derecha (CDU y el liberal FDP) aprobó la
norma el miércoles, después de varios años de controversia sobre lo que sus
detractores llaman la “prima del fogón”.
La oposición
y los sindicatos acusan a Merkel de hacer “clientelismo” desviando la atención
y el dinero de las verdaderas necesidades en las guarderías públicas. La
ciudad-Estado de Hamburgo, regida con mayoría absoluta por el Partido
Socialdemócrata, SPD, quiere querellarse contra la norma ante el Tribunal
Constitucional. Considera que el Gobierno excede sus competencias. Esta duda
alcanza también a la jefa de la Comisión parlamentaria de Familia, la liberal
Sibylle Laurischk. El experto en política familiar de la CDU Thomas Jarzombek
admitió posibles enmiendas a la ley: “Ninguna norma sale del Bundestag igual
que entró, este subsidio no será una excepción”. Pide que el subsidio se
extienda “a todas las familias con niños pequeños”, usen o no guarderías, para
no promover que las mujeres se desconecten del mundo laboral.
El SPD quiere
paralizar la nueva ley. Los socialdemócratas quieren que el dinero de la
polémica subvención se destine a nuevas plazas públicas de guardería. La
ministra de Familia Kristina Schröder (CDU) asegura que la nueva ley no está
reñida con la promoción de las guarderías alemanas. Schröder, que es uno de los
elementos más conservadores del Gabinete de Merkel, reconoce que “lo
importante” ahora es invertir también en guarderías. Según cálculos de los
municipios alemanes, en todo el país hay un déficit de unas 160.000 plazas
públicas para niños pequeños. Para la jefa parlamentaria de Los Verdes, Renate
Künast, el Gobierno “ha actuado de acuerdo con una ideología, sin tener en
cuenta los problemas de la gente”.
El debate
sobre la incorporación de las mujeres al mercado laboral alemán viene de largo.
El 63% de los trabajadores con contratos precarios, los llamados minijobs con
sueldos de 400 euros mensuales, son mujeres. Dos tercios de las empleadas
trabajan a tiempo parcial. En cambio, sólo el 6% de los hombres tiene este tipo
de contrato. La tasa de mujeres trabajadoras en Alemania es más alta que la
media europea, pero sigue siendo más baja que la de los hombres. Además, existe
brecha salarial: los hombres ganan más que las mujeres. El 25% de ellos percibe
más de 4.000 euros mensuales, un porcentaje que cae al 11% en el caso de las
mujeres.
La crítica
no viene solamente de los sindicatos. El presidente de la Patronal, Dieter
Hundt, ha asegurado estos días que “los nuevos subsidios entorpecen los
esfuerzos para que trabajen más mujeres”. Hundt, que ha apoyado en diversas
ocasiones al Gobierno de Angela Merkel, le afea que no se avance en “armonizar
la vida laboral con la profesional”.
La Fundación
Hans Böckler, cercana a los sindicatos, destaca que la diferencia entre los
porcentajes de hombres y mujeres que trabajan se dispara entre los 28 y los 37
años de edad. Es el periodo de maternidad y crianza. Después, la brecha
disminuye, pero no vuelve a los niveles de los trabajadores de 24 y 25 años,
edades en las que trabajan el 71,5% de los hombres y el 68,4% de las mujeres.
Tres puntos de diferencia. A partir de esa edad supera los 10 puntos.
Las leyes
fiscales alemanas también contribuyen a alejar a las mujeres del mercado
laboral. En hogares con dos ingresos, una de las modalidades de declaración de
renta conjunta permite ahorrar impuestos al cónyuge que más gana. Cuando se usa
este modelo y los ingresos del otro son mucho menores, el IRPF los merma de tal
modo que casi deja de merecer la pena que vaya a trabajar. Las que menos ganan
suelen ser las mujeres. Esta disuasión fiscal ha sido criticada recientemente
por el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, que pidió a Alemania
que promueva mejor la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. No será a
través de leyes como la recién aprobada por el Gobierno.
Pocos kindergarten y pocos niños
Kindergarten
es una de las palabras que el alemán ha exportado a otras lenguas. Y con ella,
lo que representa: centros de atención a los pequeños por debajo de la edad
escolar. Pero cuando el término se ha extendido por el mundo, en casa del
herrero hay cuchillo de palo: faltan escuelas infantiles y el Gobierno apuesta
porque se cuide a los niños en casa, en lugar de crear nuevos servicios de
atención a la infancia. El problema añadido es, además, que los niños escasean.
El país que
gobierna Angela Merkel está a la cola de la Unión Europea en fecundidad. Es uno
de los que tiene un promedio más bajo de hijos por mujer en la UE: 1,36 en
2009. Una proporción similar a la española y que la sitúa por debajo de la
media comunitaria (1,6). Además, ni de lejos sirve para el reemplazo
generacional (2,1 hijos).
El declive
de la natalidad (nacen unos 675.000 bebés al año, la mitad que hace medio
siglo) y el aumento de la esperanza de vida al nacimiento (78 años para los
hombres y 83 para las mujeres) hacen de Alemania uno de los países más
envejecidos y con mayor desequilibrio entre niños (el 13,4% de la población
tiene menos de 15 años) y mayores (el 20,6% de los habitantes han cumplido los
65).
Con este
panorama, las muertes superan a los nacimientos. La inmigración, que durante
años permitió el crecimiento demográfico germano, ha dejado de tapar el saldo
vegetativo negativo desde hace más de un lustro. Alemania, el país más poblado
de la UE (81,7 millones), pierde habitantes. Y así seguirá: lo prevén las
proyecciones y lo asume el Gobierno.
El pasado
abril, el Ejecutivo aprobó una estrategia para hacer frente al cambio
demográfico, que pasará una pesada factura. Este documento, titulado Cada edad
cuenta, asume el declive de población y apuesta por la inmigración cualificada,
la mejora educativa y la mayor presencia laboral de las personas mayores. ¿Y la
natalidad? Mal, gracias. Nadie parece pensar en favorecerla con políticas que
permitan evitar que trabajo y maternidad sean excluyentes o no rentables. Una
situación que afecta en especial a las mujeres, porque los hijos son, sobre
todo, cosa de ellas.
En Alemania
se dan la mano la falta de guarderías y la penalización fiscal para las parejas
con dos ingresos, lo que retrae a las mujeres para trabajar fuera de casa. Esto
último se potenciará aún más si prospera la iniciativa del Gobierno de pagar a
las familias que cuiden a los niños en el hogar.
De nada
parece haber servido el reciente tirón de orejas de la UE para que el Gobierno
germano cambie ciertas políticas. Le ha pedido que abandone la disuasión fiscal
a los hogares con dos ingresos, promueva las guarderías y los colegios con
jornada continuada (una pieza clave para la conciliación) y aumente la
participación laboral femenina (las alemanas tienen una tasa de empleo inferior
en casi diez puntos a la de los hombres, 67,7% frente a 77,3% según Eurostat, y
protagonizan los empleos precarios).
Medidas como las que plantea la UE
quizá contribuirían a aliviar la penuria demográfica germana, pero además
incrementarían la autonomía económica de las mujeres (más empleo, de mayor
calidad y, por ende, mejor jubilación). Pero nein.
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